La previa del partido entre el Real Valladolid y el Deportivo Alavés se tiñó de violencia. Lo que debía ser una jornada festiva en torno al fútbol terminó empañada por un altercado entre aficionados de ambos equipos. Sobre las 13:00 horas del domingo, un grupo de hinchas del conjunto vitoriano irrumpió en el bar El Valle, situadoen los aledaños del estadio José Zorrilla, y provocó una trifulca con seguidores locales. Dentro del establecimiento se encontraban varias personas, entre ellas familias con niños y una mujer de avanzada edad.

TRIBUNA Valladolid ha hablado con Pablo López, dueño del bar afectado, que no oculta la angustia vivida durante esos minutos de tensión. "Yo estaba trabajando en El Valle, que es justo donde ocurrió todo", explica. En el momento del ataque, algunos clientes se encontraban en la terraza comiendo tranquilamente. "Había una familia, una señora muy mayor con su hijo... era un ambiente completamente tranquilo", recuerda López.

Todo cambió en cuestión de segundos. "Les hemos metido a la cocina del bar y hemos cerrado. Los del Alavés intentaban entrar empujando, y al final conseguimos cerrar", relata. Sin embargo, una vez clausurado el local, la violencia no cesó. "Nos empezaron a tirar tercios y cascos de botellas a las ventanas y nos reventaron la puerta, ha sido muy angustioso", asegura.

Pablo nunca había vivido una situación similar, "nunca nos había pasado algo así, siempre hay policía, un par de grilleras como medida disuasoria, pero justo hoy, no había nadie".

Aunque aún no ha calculado en detalle el coste de los daños materiales, estima unas pérdidas de al menos 500 euros solo en producto y servicio no prestado. "El seguro cubrirá el material, pero ese mal rato no te lo quita nadie", lamenta.

López ya ha interpuesto una denuncia ante la Policía Nacional, que acudió posteriormente al establecimiento. Pese a todo, se muestra optimista respecto al futuro: "Yo creo que no volverá a pasar. Esto ha sido una llamada de atención y confío en que la policía tome cartas en el asunto".

Como hostelero y vecino, lanza un mensaje claro a los aficionados: "Es una vergüenza que se lleve el fútbol a este extremismo, por ambas partes. Era un día tranquilo, si llega a ser un domingo normal y con más gente... ¿qué hubiera pasado si alguien se lleva un botellazo?"