Antes muerta que sencilla

Antes muerta que sencilla

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Antes muerta que sencilla
El autor esMiguel Ángel Fernández.
Miguel Ángel Fernández.
Lectura estimada: 2 min.

En un lucha interna conmigo mismo entre querer ahorrar de cara a últimos de mes y el deseo de dejarme caer en la tentación e irme de viaje con mi amiga Elena a la Feria de Sevilla, aprovechando el puente del 2 de mayo, decidí escribir sobre algo tan inspirador como castizo, los vestidos de flamenca.

 

Un vestido de flamenca abarca todos los campos estéticos de nuestro país; desde la sevillana de plástico que tenía mi abuela encima de la televisión del comedor a la nueva novia de Antonio Banderas caminando por el Rocío vestida con un diseño de Vicky Martín Berrocal y comiendo ‘pescaito’ frito pero con acento de ser de Wisconsin.

 

La exageración y el más que más que rodea las ferias andaluzas y los vestidos regionales son la clave de distinción que convierte a España en un país con encanto en el que nos gusta darlo todo en ciertos campos, ya sea un mundial de fútbol o un vestido de volantes.

 

No sé si España tiene un traje típico regional pero sí que sé que los guiris nos identifican vestidos de toreros o con un traje de flamenca y lejos de ser perjuicio, es honorable. La moda flamenca es probablemente uno de los mejores patrimonios que hay en España, casi comparable con el Capricho de Gaudí, la tortilla de patatas o el disco de la primera edición de OT.

 

Uno de los más grandes legados artísticos de nuestro país es la moda, hemos tenido entre nuestros compatriotas a algunos de los mejores modistos y diseñadores de la historia internacional como Cristóbal Balenciaga, Adolfo Domínguez o Manuel Pertegaz. Pero el sello inequívoco de España no es un nombre, sino un estilo.

 

La artesanía, el color, sus estampados de lunares, el movimiento de sus vestidos y, por supuesto, ese poderío y magia que envuelve algo tan único como un vestido de sevillana, capaz de traspasar fronteras e inspirar a maestros de la aguja alrededor del mundo.

 

Versace o Dolce & Gabbana han presentado varias colecciones inspiradas en la ropa típicas española y son una auténtica maravilla porque, independientemente de lo animalista que cada uno sea, no hay prenda más bonita que una chaqueta de torero de un traje de luces.

 

Lo volúmenes y el colorido a tal nivel solo son ajustables a la moda flamenca o al más puro estilo de la década de los 80 que se asemeja un poco a la exageración española de la que estamos hablando.  

 

Todos esos clichés se cumplen a rajatabla año tras año  y para comprobarlo solo debes dar un paseo por el Real de la Feria de Sevilla o por los altillos de quienes acumulan vestidos que quieren que, como buen fondo de armario, resulte atemporal y envejezca bien, muy bien. 

 

No hay que entender mucho de modas ni ser del sur para apreciar tal tesoro visual como es la estética del sur de España y sus fiestas típicas. Sevilla es moda y la sevillana un icono patrio. Con su clavel, su mantilla y su falda. O con todo lo que haga falta porque, como ya cantó una vez María Isabel, “antes muerta que sencilla”.

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