La lección de vida de Pilar, una vallisoletana "con problemas de salud mental": "No nos debemos poner frenos"

La joven, que ha conseguido "una cierta independencia", ha pasado de "no poder salir de su habitación" a relacionarse con los demás gracias a El Puente Salud Mental

imagen
La lección de vida de Pilar, una vallisoletana "con problemas de salud mental": "No nos debemos poner frenos"
Pilar, en la sede de la Asociación El Puente Salud Mental. Sergio Borja.
El autor esAlejandro De Grado Viña
Alejandro De Grado Viña
Lectura estimada: 4 min.
Última actualización: 

Escuchar a Pilar Sánchez (Valladolid, 1976) sirve como ejemplo de que uno puede salir hacia adelante si se lo propone de verdad. Tras años marcada por un trastorno límite de la personalidad, ha logrado recuperar la normalidad, aunque la aparición de la agorafobia, años después, la condicionó cada paso que ha dado en la vida. En cualquier caso, es digno de admirar que haya tirado de valentía para recordar, de nuevo, sus peores momentos y analizar en TRIBUNA cómo ha superado cada obstáculo que se le ha puesto por el camino.

Desde la Asociación El Puente Salud Mental, ubicada en la calle Tajahierro, de la mano de Noelia, Responsable de Asistencia Personal del colectivo, Pilar reivindica la importancia de "normalizar y exteriorizar" los problemas de salud mental y, en una semana tan importante como esta, lanza un mensaje de esperanza: "La ventana tiene que ser un salvavidas, no un obstáculo". "Mi cometido es dar a conocer que las personas que sufrimos problemas de salud mental no nos debemos poner frenos", añade Pilar con una sonrisa.

La valiente vallisoletana echa la vista atrás y confiesa que le hablaron de la agorafobia cuando tenía 27 años, aunque ya llevaba con "tratamientos psiquiátricos desde los 16". Entre sus circunstancias, apareció un trastorno límite de la personalidad que la llevó a contactar con la propia asociación, que fue, realmente, la primera que la ayudó, ya que asegura que "en casa no contaba con mucho apoyo" al ser sus familiares "más mayores" que ella. "Tuve que buscarme la vida. No podía salir ni siquiera de mi habitación, también tenía depresión... Tampoco quería respirar. Tuve ganas de respirar cuando vi a los asistentes personales. Cuando no les he tenido, las he liado buenas", incide.

Noelia recuerda bien aquel proceso. "Pilar tiene bastante intensidad, aunque cada vez menos... Su autonomía ha crecido. Antes íbamos siempre, porque si no íbamos, la situación le generaba ansiedad. Era una persona totalmente dependiente, y ahora vive sola", explica. Es más, el día que pudo salir sola por primera vez, en el año 2024, fue un tanto "extraño" para ella, que "estaba acostumbrada a tener a alguien al lado". "Hace un año conseguí salir sin estar acompañada, pero no a todos los sitios puedo hacerlo. A veces me cuesta cruzar, los espacios los veo aún muy grandes. Ellos (los asistentes personales) me fuerzan a hacerlo, y estoy contenta porque he conseguido una cierta independencia", explica.

El paso del tiempo le ha beneficiado a Pilar, que no ha cejado en su empeño para seguir mejorando. Ella se levanta, "hace un poco la casa", y está entretenida con cursos de ofimática y otros de carácter social, como los que organiza la propia asociación. De hecho, uno de ellos se llama 'Encantada de conocerme', donde la autoestima cobra protagonismo. "Vengo los jueves y los viernes, y a veces también los sábados. Por la tarde trato de ir al gimnasio de la Avenida Valle de Esgueva con mi hermano", continúa.

SUEÑOS POR CUMPLIR Y OTRO TIPO DE EXPERIENCIAS

Ahora sueña con recuperar su vocación. "Yo quería trabajar con niños, como profesora en el Jardín de Infancia. Estuve un tiempo, pero lo tuve que dejar", apunta. De hecho, se fue de Valladolid para vivir otro tipo de experiencias, pero no fue la mejor opción: "Estuve en Vigo, con mi hermana, pero fue una mala experiencia porque tuve recaídas. Entonces la Ley de Dependencia no estaba como ahora, y no me podía permitir un asistente personal. En estos momentos... sí".

En este sentido, Pilar tiene reconocido un Grado II de Dependencia, y destaca la importancia de las profesionales que la acompañan: "Depende de las trabajadoras sociales y cómo te evalúan. Valoran la autonomía, las capacidades sociales, las condiciones económicas... Son varios factores. Yo no tengo que cambiar mi modo de vida para tener apoyo de los asistentes". De hecho, trabaja "transcribiendo datos en una academia de formación" donde busca ampliar sus horarios porque se encuentra "mejor". "Creo que lo puedo conseguir. También pretendo salir más sola, pero no es fácil", sostiene.

Su situación la invita a mirar al futuro, de tú a tú, con esperanza y determinación. Por esa razón, recomienda a personas, que conviven con "dificultades similares", "que vayan poco a poco, abran la ventana y salgan al exterior". En el caso de que no lo consigan, la vallisoletana insiste en que "todo tiene un proceso, pero uno puede salir del mismo". "Si tienen que llorar, que lo hagan, pero deben salir de casa. Eso sí, sin forzar. Hay que dejarse ayudar por los profesionales", reitera.

Pilar, con su ejemplo, demuestra que la salud mental no define a una persona. Y más en su caso, del que un servidor sale asombrado por cómo puede pasar un ser humano al borde del suicidio, a poder relacionarse con los demás sin perder, ni siquiera en los peores momentos, la sonrisa, la cual ha sido clave para que Pilar haya ganado confianza.

0 Comentarios

* Los comentarios sin iniciar sesión estarán a la espera de aprobación
Mobile App
X

Descarga la app de Grupo Tribuna

y estarás más cerca de toda nuestra actualidad.

Mobile App