Pau Isern y cuatro más. Esa es la idea que alguno tendrá en mente después de ver en el Polideportivo Pisuerga la extraordinaria actuación de 'su' base. Sin menospreciar, ni mucho menos, los 17 puntos, como Isern, de Iñaki Ordoñez; los 15 de Pablo Martín; los 14 de Jacob Hanna; o los 12 de Isaac Haney que, si llega a estar más acertado en el triple (2 de 9), estaríamos hablando de un final muy distinto de partido porque Ponferrada no habría llegado tan vivo al último tramo de encuentro.

Es más, con el 49-40, marcador que reinaba en el tercer período, se las prometían muy felices los pupilos de David Barrio, que se estrenó en Pisuerga como técnico local y qué manera de hacerlo: ganando en el último instante y sumando el segundo triunfo de la pretemporada tras el meritorio resultado obtenido en Palencia. Ante Ponferrada, y en clave Copa de España, el UEMC quería demostrar lo bien que estuvo ante un Primera FEB para que, de alguna manera, esos brotes verdes no pasaran desapercibidos.

Y lo consiguió. No fue regular, ya que no estuvo acertado en los momentos más delicados del choque, pero sí que supo reaccionar a cada envite de su rival, que se supo sobreponer a la desgraciada baja de Marc Peñarroya, que se fue aplaudido de Pisuerga tras una acción fortuita en una entrada a canasta que acabó con el jugador catalán tendido en el parqué. Su técnico, Oriol Pozo, se mostró optimista en sala de prensa, pero todavía es pronto para evaluar la gravedad de la lesión. A partir de ahí, es cierto que Ponferrada no bajó los brazos, pero siempre tuvo que remar a contracorriente para noquear a los morados que, lanzados y alentados por Isern, empezaron a poner tierra de por medio.

Sin embargo, el conjunto berciano, a pesar de los tiempos muertos de David Barrio, reaccionó hasta el punto de que un triple de Sergio Romero a falta de tres segundos para el final equilibraba la balanza en Pisuerga (82-82). De hecho, se merecía el UEMC el sufrimiento final por no haber sido contundente cuando el partido así lo requería. Y eso que las tuvo de todos los colores para ampliar la ventaja, pero no era el día de encestar desde la línea del 6,75 (5 de 24). Barrio paró el choque y ahí entró en juego el 'efecto Isern' para coger el balón y, a lo Juan Palomo, dar una alegría a una afición que, después de tragarse aquel descenso, tenía ganas de irse a casa diciendo: "Mamá, hemos ganado". Como le pasó a servidor.