Una encastada y exigente novillada de Prieto de la Cal ha traído a Laguna de Duero la formidable exigencia del toro bravo, duro y encastado que, sin abrir la boca, rinde su vida en el ruedo. Tres de los ejemplares se llamaban 'FELINO' y a decir verdad han sido como gatos de movimientos rápidos, pero con nobleza lo que ha sido aprovechado por los novilleros que hoy han hecho el paseíllo en un coso lagunero, desvencijado de público, pues tan solo llenó un cuarto del aforo de la plaza. Tan solo uno de la Ruiza ha sido el garbanzo negro, el corrido en segundo lugar y lidiado por Pedro Andrés en el sitio que el animal se aquerenció, rehuyendo la lidia. El novillero que apodera Jorge Manrique, Pedro Andrés, estuvo muy firme con él tras un buen saludo capotero que arrancó los primeros aplausos del escaso pero animoso público lagunero.

Ambos ejemplares fueron brindados al respetable por el novillero vitoriano. Uno de ellos un jabonero de preciosa y característica hechura veragüeña.

Pedro Andrés en la faena de muleta en el segundo de la tarde inició muy bien el trasteo, sacando al toro de la querencia y dejándosela puesta para que no se rajara el burel de Prieto de la Cal. Mostró el torero una gran voluntad por sacar leche de un botijo pero aquello no pudo ser y concluyó con una estocada entera por lo que el palco y la petición del público le entregaron una oreja. Frente al quinto de la tarde al que arrearon y castigaron en varas de lo lindo, le instrumentó dos buenas y poderosas series con la mano derecha en un esfuerzo más que considerable ante la dureza del novillo. Otra estocada entera, algo desprendida, acabó con la vida de «felino» y le concedieron una oreja que paseó alrededor del anillo, protestando el que no hubiera sido doble el premio, con lo que al terminar el recorrido echó el cuarto a espadas y dio una segunda vuelta al ruedo que posiblemente sobrara.

Mariscal Ruíz que abrió terna, y actuó como Director de Lidia solo alcanzó por sus faenas la ovación en el primero y aplausos en el cuarto tras dar una sainete con el acero. Ante su primero, al que propinaron dos varas de castigo, tras recibirlo con unos buenos lances a la verónica, mostró en su faena el fundamento torero que atesora, en especial con la mano derecha por la que ofreció los mejores pasajes de su torería. Seguramente de haber acertado con la espada y no pinchar varias veces, también le hubieran premiado con algún trofeo. Ante el cuarto, que embestía y recibía los muletazos de uno en uno y al que le dieron dos varas y dejó una buena pelea ante el picador, Mariscal Ruiz, espigado novillero, no acabó de entrar en agujas, es decir en faena, y en consecuencia tras estocada caída y contraria, propinada casi al encuentro, se silenció su labor.

Tomás González estuvo ante el tercero de la tarde que salió con el pitón derecho casi reventado, muy relajado y a compás. Decidido siempre y colocado toreó con cierta gracia y alegría en series muy ligadas y templadas, haciendo una faena que el público aplaudió, pero luego el pinchazo previo a una media delantera que terminó mandando al desolladero al ejemplar, le facilitó dar una vuelta al ruedo y donde estuvo bien, en novillero, fue en el que cerraba festejo, un gran novillo de Pruieto de la Cal, con movilidad, derechura y nobleza. La estocada fulminante le hizo acreedor de la oreja de su enemigo que recibió satisfecho y sonriente.

En resumen. Una novillada esta de Laguna de Duero resuelta con decisión y entereza por los tres novilleros, con lo que la tarde pasó entretenida para los espectadores que aplaudieron en el arrastre a cinco de los seis toretes de Prieto de la Cal.