Sobresaliente durante 35 minutos y con diez puntos de renta en el último cuarto, vio escaparse el oro tras una pérdida fatídica y la canasta de Delaere (65-67)
Del olimpo a la tierra: El oro de España se deshace en el último suspiro
Sobresaliente durante 35 minutos y con diez puntos de renta en el último cuarto, vio escaparse el oro tras una pérdida fatídica y la canasta de Delaere (65-67)
España rozó la gloria en el Pabellón de la Paz y la Amistad: su defensa coral secó a la campeona y el temple de Ayuso, Carrera y compañía abrió una brecha de +10 a cinco minutos del final. Pero un arreón desesperado de las 'Cats', culminado por la canasta de Delaere tras una pérdida inverosímil, volteó el marcador y dejó a las Guerreras sin el ansiado oro continental.
El himno acababa de apagarse y ya se respiraba pólvora en el aire. Sin superestrellas rutilantes pero con la fe del hormiguero, España saltó a la pista convertida en una cuadrilla de obreras empeñadas en derribar un coloso. Al otro lado, Bélgica, la vigente campeona, lucía a Emma Meesseman como faro y mástil de su navío, escoltada por sus inseparables mosqueteras Vanloo, Allemand y compañía.
Los primeros compases fueron un duelo de miradas afiladas. Bélgica, empeñada en castigar desde la distancia, erró sus tres flechas iniciales- España, en cambio, encontró pólvora en las muñecas de Torrens y Pueyo para enganchar el marcador en un duelo de ritmo era frenético, como si ambos equipos tratasen de beberse la pista entera de un solo trago.
Méndez encomendó a la centinela Carrera la misión de anclar a Meesseman. Dos jugadoras superclase batiéndose a pecho descubierto: mientras la belga tejía juego con la clarividencia de una base, Carrera contestaba en la otra pintura con puntos y sudor. A su vera, la joven Fam emergía como martillo pilón: anotar, asistir, rebotear, repetir.
Con ocho minutos en el cronómetro llegaron las primeras rotaciones y, con ellas, la apuesta española: más piernas, más frescura, más metralla desde el banquillo. Ginzo salió y, sin titubeos, clavó una canasta que firmaría cualquier francotirador (28‑22). Ayuso, con otro zarpazo desde la frontal, llevó la renta al +6 y obligó al técnico belga a quemar su primer tiempo muerto.
Bélgica regresó al parqué como un boxeador con orgullo herido. Vanloo, tras varios amagos, encontró por fin el aro desde la larga distancia: oxígeno puro para las suyas. Pero España, lejos de encogerse, afiló aún más sus garras interiores. Méndez pedía 'balones a la pintura', aunque primero Vilaró bombardeaba desde lejos y luego ya sí como interior Carrera anotaba canasta, falta recibida, libre adicional convertido. 36‑27, máxima diferencia, y un minuto largo para el descanso.
En la última jugada, la pizarra belga dibujó una caricia para Linskens que recortó (37‑31). Sonó la bocina y el pabellón, testigo de gestas helenas, se quedó en suspenso: España mandaba, sí, pero la bestia belga seguía viva, revolviéndose como un gato salvaje.
BÉLGICA SUBE, ESPAÑA RESISTE
Como dicta el manual de las grandes capitanas, Emma Meesseman no tardó ni un suspiro en asumir el timón tras el descanso. Su triple nada más arrancar el tercer cuarto fue un aviso con silenciador: estaba lista para tirar del carro. Pero España no tembló. Carrera, implacable en la zona, le contestó con una canasta de oficio que mantenía el pulso caliente.
Bélgica, sin embargo, había ajustado el retrovisor defensivo. Más presión, más manos, más colmillo. Allemand apretó arriba, forzó errores, y con dos zarpazos consecutivos encendió la mecha de su equipo. Méndez no tardó en pedir tiempo: veía cómo el viento cambiaba, cómo las belgas empezaban a correr con espacio y colmillo.
El empate cayó como una losa sobre la pista. Linskens se hizo notar en el poste, ganando galones en cada acción. España, aún valiente, trataba de responder con ataques más directos, más veloces, como queriendo llegar antes de que el físico comenzara a pasar factura. Ortiz, exprimida, ya daba señales de desgaste, mientras Vanloo, contrariada con su punto de mira, clavaba un triple que obligaba a Méndez a parar de nuevo el partido: 43-47 y luces rojas en el banquillo español.
Pero cuando más oscuro parecía el túnel, apareció la calma: Ayuso, con temple desde la línea de tiros libres, aprovechaba el bonus para sumar sin reloj. Canasta a canasta, España apagaba el incendio. Otro libre, otro más… empate. Y luego, otra vez por delante. 50-49 y oxígeno puro.
Y como en la primera parte, la segunda línea respondía. Ginzo, siempre lista, sacó de su repertorio ese tirito corto tan suyo para dejar a España tres arriba antes del acto final. 52-49, y todo por decidir bajo las luces más intensas de Atenas.
DEL ORO AL VACÍO
Quedaban diez minutos. Diez eternidades. El oro estaba al alcance de la mano, pero nadie regala un trono en Europa, y menos una selección como Bélgica, curtida en mil batallas. Aun así, durante gran parte del último cuarto, España fue un muro infranqueable. Una defensa solidaria, de esas que se sienten en el alma y en las piernas, dejó a las belgas sin ideas, sin aire y sin puntos.
No entraban los tiros, y el balón no encontraba a Meesseman, vigilada como si llevara fuego entre las manos. España, por su parte, tejía cada ataque con calma y cabeza. Ayuso, con la serenidad de una veterana en cuerpo joven, manejaba el ritmo, marcaba el paso y sumaba. Un triple suyo y un robo seguido de bandeja de Pueyo parecían la sentencia. Bélgica pedía tiempo muerto mientras su casillero seguía congelado. Casi cinco minutos sin anotar. Fam ponía el +10. Pueyo, el 63-51. Las puertas del cielo se entreabrían.
Pero los finales son territorio de los valientes... o de los imprevisibles. Cuando ya casi nadie lo esperaba, Bélgica se revolvió como un animal acorralado. Un triple de Linskens resucitó al campeón. Y sin hacer ruido, con dos ajustes y un par de errores españoles, Allemand convertía para colocar el 65-64. Quedaban veinte segundos. España tenía el balón. Solo hacía falta cruzar el campo, aguantar, recibir falta o lanzar con cabeza.
Pero entonces, el silencio.
Una pérdida incomprensible en el centro del campo. Nadie supo muy bien qué pasó. Un mal pase, una indecisión, un fantasma. Delaere no perdonó y convirtió la bandeja que dio la vuelta al marcador: 65-66. El banquillo español enmudecía. Y el oro, tan cerca durante tantos minutos, se escapaba como agua entre los dedos.
FICHA DEL PARTIDO
ESPAÑA (19+18+15+13): Mariona Ortiz (3), Alba Torrens (3), Helena Pueyo (11), Awa Fam (9), Raquel Carrera (10) -cinco inicial-, Elena Buenavida (4), Irati Etxarri (0), Aina Ayuso (11), Andrea Vilaró (3), Paula Ginzo (11).
BÉLGICA (18+13+18+18): Antonia Delaere (9), Emma Meesseman (16), Kyara Linskens (17), Julie Vanloo (4), Julie Alemand (19) -cinco inicial-, Elise Ramette (2), Natstja Claessens (0), Bethy Mununga (0), Maxuella Lisowa Mbaka (0), Ine Joris (0).
ÁRBITROS: Gatis Salinggs (LAT), Paulina Karolina Gajdosz (POL), Peter Praksch (HUN).
INCIDENCIAS: Final del Eurobasket 2025 disputada en el pabellón de la Paz y la Amistad de Atenas.
El ocho veces campeón del mundo sólo tiene por delante en número de victorias en la categoría reina al italiano Valentino Rossi, que acumula un total de 89 triunfos
El británico se mantiene a 15 puntos de distancia de su compeñero, Oscar Piastri, que acabó la carrera en la segunda posición
Se presenta como el gran favorito en un cuadro que lo aleja de Djokovic y Sinner hasta una hipotética final
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FICHA DEL PARTIDO
ESPAÑA (19+18+15+13): Mariona Ortiz (3), Alba Torrens (3), Helena Pueyo (11), Awa Fam (9), Raquel Carrera (10) -cinco inicial-, Elena Buenavida (4), Irati Etxarri (0), Aina Ayuso (11), Andrea Vilaró (3), Paula Ginzo (11).
BÉLGICA (18+13+18+18): Antonia Delaere (9), Emma Meesseman (16), Kyara Linskens (17), Julie Vanloo (4), Julie Alemand (19) -cinco inicial-, Elise Ramette (2), Natstja Claessens (0), Bethy Mununga (0), Maxuella Lisowa Mbaka (0), Ine Joris (0).
ÁRBITROS: Gatis Salinggs (LAT), Paulina Karolina Gajdosz (POL), Peter Praksch (HUN).
INCIDENCIAS: Final del Eurobasket 2025 disputada en el pabellón de la Paz y la Amistad de Atenas.