Resultó fascinante el primer concierto del programa de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León (OSCyL) en el Centro Cultural Miguel Delibes. Las primeras notas de Lárlésienne, Suite No. 1 de Bizet nos mostraron la epidermis y la identidad de este compositor, dejando al público absorto.
Luego apareció Leticia Moreno y toda la atmósfera se transformó en música y buenas vibraciones. Sarasate, Fantasía Carmen, Op. 25 en el violín de Leticia Moreno sonaba melancólico, infinito y sentimental. También trágico. El poder y el magnetismo que tiene esta violinista es ataráxico y luminoso a partes iguales.
Como los grandes pintores es capaz de plasmar todo lo que va sucediendo en la música para que el espectador escuche extasiado y pierda la conciencia del tiempo y del espacio. Sumió a la Sala Sinfónica Jesús López Cobos del CCMD en un silencio profundo para que pudiera realizar un viaje onírico por el laberinto de la vida.
Celebrar la música, es lo que tiene, que uno durante un rato se olvida de todo y disfruta como un niño. La propina fue de madrina rica. Una nana tocada al oído del oyente que le alejó del mundanal ruido y le aproximó a la belleza de la música bien hecha por una artista genial.
Descanso. Llegó luego la compositora mexicana Gabriela Ortiz (1964) con Kauyumari y que quieren que les diga a ustedes. Hace mucho tiempo que tomé la determinación de no hace mucho caso a los músicos que han nacido a partir del año 1945, no por nada, pero es que uno no da abasto y tiene que poner límites.
En el Sombrero de tres picos de Manuel de Falla la OSCyL y su director titular Thierry Fischer demostraron su calidad. El presagio que tengo es que vamos a disfrutar de una temporada inolvidable. Mientras tanto la música de don Manuel se mostraba reflexiva, con la fuerza de un torrente que inundó la sala de energía, pensamiento y romanticismo.
Dejó escrito Hölderlin que "El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona" Es lo que tiene la música de Falla que tiene un poder vital que es capaz de llevar al límite al oyente, a territorios inexplorados donde puede liberarse del Inconsciente.
Frente a la tiranía de la inmediatez, la música siempre nos espera demandándonos un diálogo constante. Somos en definitiva los oyentes quienes le otorgamos el poder a la música.
El músico vallisoletano Javier Vielba ha creado un himno que acompañará a cada una de las proyecciones cinematográficas que se visualicen en el festival
En estos centros se organizan talleres interactivos donde tres músicos, en sesiones de unos 40 minutos, realizan todo tipo de actividades musicales
El director del festival concede una entrevista a la Agencia EFE días antes de que comience una nueva edición de Seminci