El estado de alarma que decretó el Gobierno Nacional, hace ya tres años, por la crisis sanitaria en la que se encontraba el panorama internacional por la expansión del Coronavirus, obligó a los vallisoletanos a recluirse en sus casas.

La cuarentena suele ser una experiencia desagradable para los seres humanos, debido a que es un aislamiento obligatorio y que implica romper con el día a día, las rutinas y el ocio. Esa situación supuso una "potente" carga psicológica sobre la sociedad.

Jimena López, psicóloga vallisoletana explica que "lo peor ya ha pasado" porque el momento de mayor riesgo para la salud mental fue la etapa del confinamiento: "De repente nuestra vida se paralizó y nos tocó adaptarnos temporalmente a una nueva situación". En marzo de 2020, la sociedad se enfrentó a algo nuevo que "generó estrés" por diferentes causas como la pérdida del trabajo, la reducción de ingresos mensuales y gestionar el hecho de convivir 24 horas con nuestra pareja, hijos, familiares o compañeros de piso.

La problemática asciende cuando, a pesar de haber desaparecido prácticamente la pandemia de la vida de los vallisoletanos, los efectos psicológicos de esta continúan en forma de secuelas: "Hay que trabajar nuestros problemas desde el inicio porque existe el peligro de que estos se transformen en crónicos cuando la vida cotidiana sufre algún cambio brusco, como sucedió en 2020", sentencia José Carlos Domínguez, psiquiatra. 

"Tenemos mucha más afluencia de pacientes desde que finalizó el confinamiento domiciliario. La salud mental se ha puesto en valor y cada vez más gente quiere cuidar su mente", declara para Tribuna Valladolid. 

Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) las enfermedades de salud mental han aumentado y se han agravado en los últimos años: En Valladolid, el 9% de la población dijo tener algún trastorno de salud mental desde antes de la pandemia. Pero los resultados mostraron que un 29% de la población consultada presentaba síntomas de ansiedad y un 35% de depresión, a partir del confinamiento domiciliario. 

El grupo de personas más afectado en su salud mental fueron las mujeres. El 32% de ellas manifestaron tener ansiedad y un 36% depresión. También los jóvenes adultos, de los cuales un 38% confiesa sentirse deprimido.

El estado de alarma "agravó" los problemas de salud mental de muchos vallisoletanos, como confirma la psicóloga Inmaculada Juárez, "el miedo, la apatía y el exceso de información nos han pasado factura".

Aun así, los psicólogos tranquilizan a la sociedad arrojando datos esperanzadores de recuperación: "Poco a poco hemos ido recuperando la normalidad y, una gran mayoría de la población ha superado muchas de las dificultades generadas por el encierro".