El cardenal, presidente de la CEE y Arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, dio la tradicional plática en la Plaza Mayor en plena procesión por las calles del centro, con participaron de veinte cofradías.
COFRADÍAS Y ALTARES:
Angustias
Exaltación de la Cruz
El Descendimiento
Vera Cruz
La Cruz Desnuda
Santo Sepulcro
Nuestra Señora de San Lorenzo
Jesús Nazareno
Preciosísima Sangre
Oración del Huerto
La Piedad
La Pasión
Santo Entierro
Atado a la Columna
Pilar
Carmen Extramuros
Siete Palabras
Carmen Delicias
Cristo Despojado
Jesús Resucitado
Casi con el mismo calor que hizo en su día en la Semana Santa de este 2015, se celebró este domingo la procesión del Corpus Christi en Valladolid. Nada menos que veinte cofradías participantes, cada una con su correspondiente altar en el recorrido que partió desde la Catedral, pasó por la Plaza Mayor, atravesó las calles Pasión y María de Molina para terminar llegando al punto de inicio por Regalado.
Antes de la habitual plática del arzobispo de Valladolid, presidente de la Conferencia Episcopal Española y recientemente nombrado cardenal, Ricardo Blázquez, era el turno de la misa en la Catedral para poder comenzar la procesión, bajo un sol de justicia por las calles de Valladolid. Un acto sencillo, solemne, pues lo trascendente estaba por llegar.
Mientras Blázquez celebraba el oficio, las veinte cofradías participantes se engalanaban y hacían lo propio para sus altares en las diferentes calles de la ciudad. Tan precioso como improvisado museo con el que se encontraron todos aquellos que se echaron a la urbe para disfrutar de este pequeño pedacito de Semana Santa en la novena semana transcurrida desde el Domingo de Resurrección.
Y así fue como el paso de la Sagrada Cena partió desde la Catedral hasta la Plaza Mayor. Las cornetas y tambores, como si de abril se tratase, volvieron a desfilar hasta el Ayuntamiento, donde se congregaron cientos, probablemente miles de personas, para escuchar las palabras de Blázquez, que invitó a vivir la religión con pasión a todos los presentes antes de trasladar el Santísimo desde el pequeño altar plantado a la puerta del Consistorio hasta la custodia en la que procesionaría por Valladolid.
Así continuó avance de la marcha, entre un calor sofocante apenas aliviado por alguna nube en el cielo que hizo sudar a los más devotos entre las ramas de romero esparcidas por el suelo ante todos los altares y el clásico incienso. Hasta que finalmente se llegó a la Catedral de nuevo, mientras alguno echaba ya la gota gorda en medio del calor de junio. Ya tocará volver a las andadas el año que viene.