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El arte de la sastrería que resiste a morir en Béjar

Siguiendo el testigo de su padre, Raúl Rodríguez es el único sastre en activo en Béjar y es uno de los grandes maestros textiles del mundo del toro.

Raúl Rodríguez posa junto a algunas de sus confecciones. Fotos: Arai Santana.
Manel Pacho
Manel Pacho
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Veintitrés años son los que lleva Raúl Rodríguez al frente de su propia sastrería. Este bejarano es hoy por hoy una de las grandes referencias a la hora de vestir a todo aquel integrante del mundo del toro y lo es desde Béjar, su tierra natal y la que fuera uno de los puntos neurálgicos de la industria textil.

Cogió alfiler e hilo a los 16 años. Una decisión que llegó "rápido" al no querer estudiar y recibir de respuesta que entonces debía prepararse para una profesión. Dicho y hecho. Recogió el testigo de lo aprendido en casa y Raúl apostó por trabajar codo con codo con su progenitor, quien fue el decimotercer sastre de Béjar y ahora, con 39 años, él es el único que sigue funcionando en la ciudad textil.

Especializado en el mundo del toreo, a pesar de que también crea ropa para el mundo diplomático, Rodríguez lleva el nombre de Béjar por todo el mundo. Y es que como él mismo explica, "el 99% de mis clientes son de fuera". Con clientes de toda España, sus creaciones traspasan fronteras y viste a toreros de Francia, Latinoamérica e incluso algún inglés.

¿De dónde surgió esta especialidad? Raúl Rodríguez habló en sus inicios con su padre y decidió que debían buscar nuevos nichos de negocios. Si bien antes trabajaban centrados en Béjar y los alrededores, el sastre apostó por "especializarse" al considerar que los tiempos cambiaban y la costumbre de salir a pasear daba paso a otros hobbies. "A nivel nacional se vestía muy bien y ahora peor porque hemos pasado el paseo por hobby", incide.

El mundo del toreo llegó por casualidad, puesto que al ver "que esto estaba de capa caída", Raúl contactó con dos tiendas de Madrid dedicadas a este ámbito. Dos espacios con los que comenzaron a colaborar y que dio paso a una trayectoria bordada de oro al unir los toros y el nombre de Raúl Rodríguez.

Los tiempos también han cambiado para él en este sentido, pasando de tener que informarse para saber quién era cada uno de los matadores de toros que contaba con su sastrería a abrir sus puertas a "casi la totalidad del mundo del toro".

Junto a él trabajan otras tres personas, un equipo de trabajo especializado en los trajes de corto y los de trabajo de los rejoneadores. Ocho manos que logran crear las prendas completas en un plazo de dos o tres días, pero que también encuentran los problemas de la industria textil que se ha borrado del mapa de Béjar.

"Todo para lo que es artesanía se está volviendo más complicado. Cada vez hay menos materia prima, hay menos industria a nivel nacional y a la hora de encontrar algo debemos echar mano del extranjero". Problemas en los materiales, esos que considera que son los que más han cambiado desde que comenzó en la profesión y que ahora se traducen en "tejidos que duran mucho menos" e implican "que el traje dure mucho menos".

Pese a tener que estar en la carretera constantemente, Raúl Rodríguez sigue apostando por 'su' Béjar. "Mi intención es acabar aquí". Una ciudad que otrora fue la cabeza de lanza de la industria textil a nivel nacional y referencia internacional y que, en la actualidad, encuentra en casos como el suyo a su gran esperanza para no dejar caer en el olvido un legado que, pese a todo, sigue escribiendo páginas en la historia.