Ignoro si la Iglesia Católica habrá valorado bien su recomendación sobre no incinerar a los muertos y apostar por la sepultura. Algunos ya lo equiparan a un control desmedido de algo que pueda relacionarse con echar un polvo, bien entendida la frase. Personalmente, lejos de cuestionarme la idoneidad de un sistema y otro, lo que me pregunto es si la Iglesia no tiene cosas más importantes en las que pensar. 

En la madrugada del domingo entra en vigor el cambio horario. Ya saben, dormirenos (o no) una hora más porque a las tres de la madrugada los relojes volverán a marcar las dos. Nos guste o no, dichas variaciones están justificadas fundamentalmente en un supuesto ahorro de energía aunque sobre esto haya debates para todos los gustos. Lo que chirría es la petición que llega desde el Gobierno de Baleares, queriendo mantener su horario inalterable para crear otra excepción en España que añadir a la frase ..."una hora menos en Canarias". 

Esta historia puede tener su por qué, pero también pienso que en las islas habrá alguna que otra prioridad por encima de debatir ahora sobre el horario; no sé, algo relacionado con el paro, el indecente control del consumo de alcohol en las zonas turísticas, en fin...

Claro, que la palma de las chorradas emanan de nuestra clase política donde la cantidad de paridas por minuto sería equiparable a las históricas casettes de chistes del gran Arévalo. En estos días de diáspora en el PSOE o, ahora que ya vamos a tener un Gobierno, escuchar determinadas manifestaciones es como trasladarnos a una tercera dimensión del más difícil todavía. No hay por donde agarrar determinadas cuestiones que al ciudadano de a pie le suena a eso, un mal chiste o una broma pesada porque algunos nos toman por tontos; estos que merecen un lugar preferente en el desfibrilador y que precisamente no somos políticos.